Justificar el maltrato en la precariedad, es otra forma de maltrato. Es necesario estar revisando y dialogando permanentemente nuestras acciones y lo que tendemos a justificar o incluso, dejar de plantearnos a nosotras como víctimas, (instalar la palabra sobrevivientes) y compartir herramientas que esperan que tengamos, para reconocer la adversidad, pues están en constante desarrollo y no son perfectas. El lenguaje da forma a la realidad, aferrarnos a las palabras, literalmente y a nuestra conveniencia. Estrategias como ‘mentir’, ‘manipular’, ‘agredir’, ‘difamar’, buscan, superponer una realidad a la otra y suponen el fracaso de la comunicación.
Quiero compartirles por escrito esto que estoy mirando, con mis amigas ciberseguras y con otras compañeras feministas, luego de haber trabajado 7 años temas de violencia de género en internet, acompañar sobrevivientes y tener largas conversas, campañas e investigaciones con compañeras feministas de distintos territorios. La necesidad de visibilizar el ‘poder’ sin asignárselo a un propietario o propietaria, dejar de pensar en un varón que nos va a salvar o ser la ‘amiga feminista’ que corrija al pre-funado. Revisar, por nuestro bienestar, lo que ‘podemos’ modificar y lo que no, situaciones que es necesario abortar, sin importar el mes o año de gestación. Aprender a pelear en clave feminista.
¿Es posible hablar de consentimiento cuando no hay posibilidad de decir que NO?
La posibilidad de sostener un NO de una mujer o disidencia resulta cuestionable. Habitamos una estructura que se deshace en abusos y asigna tareas y roles de manera injusta. Hay un montón de ‘sí’ que estamos dando, solo para habitar un espacio, que tiende a ser atravesado por lo digital.
Problematizar el tema del ‘consentimiento’ también es clave para dar unas luces sobre este asunto, el NO es una palabra poderosísima que establece límites ante un esquema de opresiones, en consecuencia, tiende a desinstalarse desde niñes. Revisemos en cuáles de estas pirámides hemos habitado, arriba o abajo, y si hemos logrado convivencias equilibradas y saludables, pues han aceptado nuestros NO o capaz que nos han manipulado y nos dimos cuenta después.
jefe > empleada
presidente del país > habitante del país
hije > madre
amigue > amigue
profesor mayor > alumna joven
compañero > compañera
ex-pareja > ex-pareja
(…)
El abusador eres tú.
La violencia de roles es un fenómeno que surge ante la negativa de la otra persona de cumplir lo impuesto, una forma de obligar a la otra persona y castigarla duramente si toma una acción distinta. Personas en puestos de poder que encarnan una masculinidad hegemónica, autoritaria y narcisa, abren una grietas invisibles en quienes les acompañan, ignorando, desvalorizando, la inteligencia y la sensibilidad de la contraparte dominada, generando un lento derrumbe en su autonomía, pienso en el registro de imágenes íntimas sin consentimiento, en las amenazas, en el control. Los abusadores son expertos en detectar debilidades y estacionarse ahí, intenta decirles que no en algo que establecen es de ellos, observa como dan vuelta todo a su conveniencia.
Puedo detectar varias causas y lamentarlas: autoestimas vulneradas desde temprana edad, amores filiales que ante la explotación laboral se concretan con sobre esfuerzo, la negación de los derechos básicos o la falta de diálogo y escucha, son algunas. ¿Quien no comete torpezas en un contexto así de precario? Por supuesto el abusador solo saca provecho de estas desdichas. Estamos rodeadas de violencia de roles normalizada; hay buenos jefes, hay buenos profes, pero quienes justifican el abuso, representan un peligro para nosotres.
Mandato patriarcal
Pienso mandato patriarcal como la estructura que sostiene el sistema de opresiones en el que estamos inmersas; es incuestionable, irremediable e intransitable, es una estructura rígida, impuesta, son los fierros del hormigón armado de la estructura institucional, la cual, responde con burocracia e indiferencia a las alertas levantadas por las sobrevivientes o sus compañeras; es mas fácil relativizarlas e instalar que, sin este tipo de violencia, ‘el trabajo no se realizaría’, ‘la educación no sería posible’, ‘no tendríamos para comer’, ‘no habría obras de arte’ y otras mentiras construidas sobre el miedo.
El mandato asigna que quien ocupa posiciones de poder, es, en apariencia, alguien más capacitado, ‘por algo’ están ahí, reciben mejores sueldos, toman las decisiones ‘buenas’, mentira. En un algoritmo patriarcal, la historia la escriben los vencedores.
Abuso de poder
Me atrevo a decir que también es maltrato generar condiciones imposibles para la ejecución de un trabajo, no acompañarlo bien, dejar todo tirado, sobrecargarlo, desvalorizar el tiempo, no ver a la contraparte y además deshacerse de toda responsabilidad ¿Les suena conocido eso? Terminamos pagando nuestras terapias para hablar de lo mal que lo hacen nuestros jefes, nuestros presidentes, cuando son ellos, quienes deberían tratarse aun más, y velar por nuestro bienestar. Y no hablo de terapias de mindfullness para rendir mejor, sino de la capacidad de ser responsables por las consecuencias de sus acciones. ¿Quiénes ignoran las señales de lo que está pasando?, ¿Quienes definen las estrategias para resolver un problema? ¿Quienes se asustan ante una respuesta negativa? E incluso en espacios que se dicen horizontales, varones heterocis son capaces de imponerse, con formas difusas y justificando cada una de sus basuras. Así les ha funcionado históricamente, una mujer se hará cargo. El trabajo de cuidados si está bien hecho es invisible, pero cuando algo falla, es fácil señalar los errores cometidos, sobre todo si hay un otro a quien asignárselos. Los escenarios inventados se diseñan en el territorio de la imaginación, la desconfianza, es bencina para los malos pensamientos y los espacios de poder vertical son un imán para los abusadores.
Pacto patriarcal
Invisibilizar la violencia, relativizarla es una práctica común entre compadres. El abusador es un elefante* en la habitación y nadie dice nada. ‘Todos saben que es un funado’, pero nadie lo dice porque alguien le asignó poder y darle batalla a un poderoso implica exponerse a las penas del infierno. Las feministas que lo señalan como un peligro, son histéricas, brujas y mentirosas. Un narciso que espera que sus victimas se expongan, siente placer en darse visibilidad algorítmica, fantasea con la revictimización, ¡qué recuerdos!. Son personas que solo se importan a sí mismos. Pero sabemos lo que han hecho, se han caído las cortinas de fierro que los protegían, que tal vez nosotras mismas sosteníamos. Varones sin autoestima ni contenido, varones insistentes mentirosos, venenosos, vengativos, matones. ¿Te suena conocido?
Si desaparecen, nadie los va a hechar de menos, es mas, se sentirá tremendo alivio. Pero es tan poco lo que se les pide para encabezar proyectos, incluso para hacer clases: hablar de corrido, ‘estar ahí’, haber trabajado en algo, ‘no ser un violador’. ¡UF! se camuflan, se infiltran, donde ponen su miembro señalan su propiedad y quien lo cuestione, es su antagonista. ¡Que pelea mas aburrida!, ¡que pacto inquebrantable!
Los tipos de violencia de género en línea han sido seleccionados descritos por distintas colectivas feministas de américa latina y producen malestares que desde esta trinchera digital, ya dejamos de normalizar, nos organizamos. E incluso empezamos a celebrar su fin por adelantado.
Si tuviéramos un sismógrafo de violencia, capaz de detectar cuando la aguja se empieza mover, te invitaría a poner atención a tu alrededor y algo está raro, no estás sola en esto, porque con el tiempo, una va aprendiendo a posicionarse frente a esta opresión, ya no como víctima sino como persona capaz de construir justicia, y es posible darles batalla, pero implica cambios profundos y estructurales, incluso de une misme.
Instituciones y proyectos que hemos habitado, han reaccionado de manera muy mezquina ante las personas que han denunciado violencia de género y los que usufructúan del maltrato nos invitan a salir de sus espacios con artes oscuras como la manipulación. Aceptemos las salidas, ahorrémonos el automaltrato.
Las energías oscuras de la violencia de género, son mas contagiosas que el COVID, son heredables y se anquilosan en nuestra cultura. Detenerlas, transformarlas, resignificarlas, es una tarea compleja, alquímica, estamos construyendo recetas, se modifican de acuerdo al contexto que se habita. No estamos solas en esto pero tampoco estamos todas. Lo bueno, es que ya nos dimos cuenta y no nos callan más. Seguiremos insistiendo hasta conseguir levantar la verdad, justicia y reparación que requieren estos procesos para sanarnos a nosotras y en paralelo, los espacios que estamos habitando, con plena consciencia, empatía y solidaridad.
Protejámonos, cohabitemos en ambientes de confianza, respeto y amor. Construyamos resistencia desde nuestros espacios de afecto y no dudemos en tomar distancia o desaparecer cuando lo sintamos necesario. Tomemos acción y reconozcamos los peligros, dejémoslos atrás. Si lograron engañarnos, capaz que no teníamos las herramientas y el apoyo que sí tenemos ahora, nuestra red es poderosa y se expande con amor. Dejemos de normalizar el abuso.
** Referencias
https://criticalresistance.org/wp-content/uploads/2014/05/Revolution-starts-at-home-zine.pdf
https://docs.google.com/presentation/d/12kpmOyqtU2Uez9z3iCgRcn-Be6ipU0Pb70Qa6V5I9mA/edit?usp=sharing
https://www.genderit.org/es/articles/consentimiento-en-internet-quien-tiene-la-capacidad-de-decir-no